lunes, 27 de octubre de 2014




Anhelo tus poemas, anhelo tenerlos a mi lado, para emocionarme con el movimiento de mis ojos y de mis labios al leerlos y sentir esas emociones que salen de tus pensamientos.
Deseo conocer cada coma de tu inspiración por sencilla o complicada que parezca, por conocer esa magia que fascina mi mente y la frescura de tus palabras que arrincona mi rutina. Pensar  que puedas alumbrar infinitos versos más allá de los albores de tu mente y abandonarlos en un lugar desconocido sin haberlos bautizado yo con el interés que suscita cada uno de ellos,  provoca la muerte lenta de mi espera. Anhelo tus palabras, no por estar presente en tus poesías, ni por acariciar los latidos de tus dedos mientras escribes, ni sentir tus más íntimos pensamientos  que recorren tu cabeza, me conformo con estar siempre en el punto y  final de tu inspiración, y poder amanecer en la primera letra de cada poema y encontrarme a su lado en el ocaso de cualquier instante, excitado de sonrisas y vaciar en ellos la intensidad de mi alegría.
Anhelo leerte, anhelo por vivir cada minuto de tus poesías, por alimentarme con el alma de tu inspiración y esconderme en cada una de tus palabras, por conocer los misterios que envuelven la magia de tus letras  y descubrir letra a letra la ilusión que ellas desprenden. Deseo leerte, deseo respirarte entre verso y verso y perfumarme de la esencia de tu genialidad y llevar tu aroma a mis sueños.

 

viernes, 24 de octubre de 2014

Echar un polvo

No se lo estoy pidiendo a nadie.  Es una de las muchas frases que merodean por mi cabeza por conocer el origen, de dónde viene y adonde va.
Me he informado en la red para conocer qué clase de teorías circulan por ahí en torno a esa frase. Y hay varias.
La más extendida y en la que la mayoría coincide es la teoría del tabaco, que no la voy a explicar para no extenderme demasiado, quien tenga tiempo libre que le dedique unos minutos, y que deshecho de antemano, pues echar el cigarrito es una práctica habitual que se hace después de echar lo otro, no antes, que la nicotina deja mal sabor de boca a la hora de saborear los placeres sexuales.
Una muy curiosa, a partir de la cual he sacado mi propia teoría, es la de los que defienden que viene de la frase religiosa "quia pulvis es et in pulverem reverteris" interpretada  por mí libremente para su explicación y que se cae por su propio peso después de conocer la verdadera traducción. Yo me hacía a la idea de que significaba "date la vuelta que te empolvo la pelvis", pero mi latín vulgar e imaginario no coincide con el verdadero.
La citada frase es traducida y deformada sexualmente para decir que polvo somos, del polvo venimos y en polvo nos convertiremos.
Que del polvo, del acto sexual, venimos, es mentira, porque Adán y Eva no vinieron de ese polvo divino, ellos fueron el origen de la vida humana, pero no vinieron de un acto sexual, vinieron sí, como viene tu cuñado a comer un domingo a casa sin haberle invitado, de la noche a la mañana (el día no os sé decir, pero de la hora estoy seguro de que fue en buena hora) como ese puto polvo que acampa a sus anchas en la lámpara del salón o encima del televisor, para joder.
Ellos, la bíblica pareja, vinieron para joder ¿y el polvo? para lo mismo, para joder, igualito que el cuñado, para joder-nos la mañana del sábado, la tarde de un domingo, o el día menos pensado, pasando la bayeta. Es de esta expresión, la de joder, de la que se ha tomado como sinónimo echar un polvo y no al revés.
O sea que el origen es joder, y después, allá por el neolítico, quien tenía folla (suerte) y poseía una caverna adosada, se dedicó a follar. Llegaron las casas con armarios de formica hasta el techo y se le llamó fornicar. Al llegar los armarios al techo, éstos no acumulaban polvo y de ahí la no utilización aún de la frase.
Y ya hoy en día y en las circunstancias de habitabilidad de un piso normal se utiliza  ya echar el polvo. Se sospecha que en los pisos de protección oficial se echa el polvo con condón, por lo de la protección.
Luego existe otra expresión usada por los esquimales y moradores de esas curiosas viviendas llamadas iglús allá en los casquetes polares que, evidentemente, es echar el casquete. Como dato científico para añadir al post, esta gente tiene el más alto porcentaje de fecundaciones por la gran movilidad de sus espermatozoides, ya que es la única forma de que entren en calor para no quedarse congelados.
De lo puramente religioso sólo queda decir que el verbo (joder) se hizo carne (yo no lo llamaría carne sino cursi) y habitó entre nosotros con el nombre de hacer el amor. ¡¡Qué contrariedad!! Entonces...."ama al prójimo como a ti mismo" = "jode al prójimo como a ti mismo". Religión hipócrita, que ve la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el suyo.
¡¡Coño!! que no puede ser, que joderse a sí mismo según mi teoría sería masturbarse.
Y yo no me hago pajas en el ojo ajeno, (tuve  dos vecinos tuertos pero os juro que no hay motivos aparentes para pensar lo que estáis insinuando )
Ni en las vigas de mi casa, que tienen agujeros, de polilla, sí, pero no tan grandes como para sacarle punta al lapicero...
En fin...no sé si tendréis  en vuestra mente alguna otra teoría que a la mía eche por tierra (menuda polvareda se iba a liar)