De escribir sobre lo prohibido de ti,
del placer de vestir y desvestir mis palabras
y escribirte abiertamente con la desnudez de mis letras.
Nos separa un punto y aparte,
pero mi ortografía desconoce la medida de la distancia a la hora
de subrayar mi deseo.
No estoy al borde de la duda de unos puntos suspensivos,
mi paso es firme y no hay paréntesis en el caminar de mis palabras.
Eres mi poema, mi inspiración nocturna, y al despertarme en tus versos
te deseo más allá de cualquier amanecer.
Me afirmo y no me interrogo de lo mayúsculo de este deseo,
ni entrecomillo un ápice de lo que me dicta el corazón,
hasta el punto y final de no quedarme con una simple copia
y enviarte este original.