miércoles, 9 de septiembre de 2015

Me atrae tu naturaleza, de pies a cabeza.


No termina de abrirse el cielo cuando atraviesa sobre el firmamento de mi mirada la desnuda tentación de tu cuerpo.
Dices que vas a la ducha, pero quien abre el grifo de las fantasías soy yo.
Dejas caer tu bata en un rincón, pero quien recoge, una por una, cada imagen de tu cuerpo soy yo.
Mientras caminas, agitas tus cabellos oscilando la cabeza de un lado a otro, pero quien fija el deseo sobre ti soy yo.
El agua alimenta tu piel seca y al rato tu silueta se nutre de espuma, pero quien tiene sed y hambre de ti soy yo.
Sin esperar, te frotas a ritmo de baile sensual de pies a cabeza, pero quien espera un sí de un bailas conmigo soy yo.  
Hoy es una ducha, mañana puede ser un parque de atracciones, pero desde esa noria que gira daré tantas vueltas hasta quien sea yo tu atracción preferida como lo eres tú para mí. 


martes, 8 de septiembre de 2015

Cuando el deseo es cosa de dos

En este tiempo de desearnos,  en este tiempo intenso
de seducir nuestros instintos, una magia humedecida frota nuestros labios.
Mi boca busca tu boca hasta encontrar ese roce que incita a saborear tus labios...
hermoso y perceptible el sabor  de tu boca, intensa la caricia contra tu lengua...
De infinitos besos se enjuaga el lenguaje de nuestras bocas,
de infinito amor …y es  tan apacible el calor que sube por la piel, que desnuda lentamente
la densa lascivia escondida bajo nuestra ropa. 
Ansiosos, tiemblan nuestros dedos al someterlos al tacto de nuestra piel
y guiados por brújula instintiva recorren los tiernos confines de los pubis.
En tus ojos cerrados brilla el placer y en tu piel silenciosa se escucha el gemido de tu corazón.
Palpitan mis piernas y un leve sudor nace en mi nuca y muere en tus dedos clavados a mis nalgas.
Te mueves excitada y escucho el canto de tus suspiros hundiendo mi lengua entre tus pechos.
Respiras lujuria desafiante y deleitas el deseo viril de mi amor.
Seducido sobre tu cuerpo subyugas mi sexo a tu sexo, 
y entre sudor y jadeos bailan nuestras caderas adelante y hacia atrás.
Atrapados en la conclusión de nuestro deseo,
se hace opaco el acoso lento del tiempo, y gozamos hasta 
ese momento que ponga el último grito a nuestros orgasmos.