
Aprovecho este post para advertir del peligro que puede correr este verano todo ser humano que frecuente las playas, piscinas, charcas y derivados del veraneo acuático; aunque debido a la gravedad de los hechos lo hago extensivo a los amantes de la Naturaleza en general. Hace unos meses saltaba la noticia de que un grupo de expertos en biogenética animal cuya cabeza visible era el científico y paleontólogo canadiense Hans Larsson se propusieron llevar a cabo un experimento genético de lo más relevante que consistía en la manipulación de pollos de corral para reproducir en éstos características de diferentes dinosaurios. Hasta aquí, la información sobre esa manipulación genética es absolutamente verídica, a partir del punto y seguido con el que terminaréis leyendo esta frase todo es manipulación informativa y por supuesto photoshópica. Sigo. Una guarredida sexual, de un miembro del grupo de científicos, en una dinosauria disecada en la hora del café matinal tuvo tan mala fortuna que con las muestras de ADN posteriormente recogidas en el tejido vaginal de la dinosauria crearon sin proponérselo a la pollasauria y no al pollosaurio como inicialmente se proponían crear y cuyo nombre científico se conoce hoy en día como Phallusaurus (falo-reptil, para que nos entendamos). Repetidos fallos en cadena en el dificultoso proceso de incubacion de la nueva especie animal terminaron por multiplicar por cientos de millones los nacimientos de la especie cuyas fatales consecuencias han salido a la luz pública mediante un comunicado del laboratorio creador, cuyo proyecto ha quedado en evidencia y no han tenido más remedio que dar la cara y advertir de lo peligroso de la situación creada a raíz de esa negligencia.
Se sospecha, según los científicos, que ya están totalmente repartidos por todo el planeta y hacen un llamamiento a toda la población mundial para colaborar cuanto antes en su busca y captura. Nada de quedárselos como mascota a pesar de su similitud física genital masculina, tamaño, y apariencia simpática e inofensiva. Son peligrosos mientras actúan, auténticos depredadores aún careciendo de dientes.
Advierten, en tono más optimista, sobre todo para no causar más alarma social, del mínimo riesgo para la salud humana (sólo se lanzan a los genitales)y constatan que en todos los casos en ataque a mujeres las consecuencias han sido más beneficiosas para la salud de éstas que perjudiciales si puede considerarse como perjudicial el riesgo de un embarazo phallusaúrico no deseado, cuya solución pasa por la ingesta de un antídoto tradicional como es la píldora del día después. En ataques a hombres la balanza está en equilibrio entre lo beneficioso y lo perjudicial para la salud resuelto esto último con un antidiarréico o hemorroidal común; y lo curioso en estos ataques a hombres es que, al igual que la abeja, el Phallusaurus muere una vez consumado el ataque, desconociéndose aún las causas de esa muerte suicida. Especulan con una coitocorruptósis alérgica acelerada, pero aún no está del todo claro en las recientes autopsias practicadas.
Las autoridades recomiendan que si os topáis con alguno ni se os ocurra acariciarle su parte más sensible, la cabeza, porque en vez de ablandar su corazón y sentirse tierno y agradecido se vuelve terriblemente duro, más agresivo si cabe, echa espuma por la boca, y se lanza al ataque sin pensárselo dos veces. También recomiendan protejerse de los orificios que gustan al depredador con ropa interior apropiada y ajustada ante un posible ataque no justificado y llevar a lugares públicos siempre un minibotiquín al uso; y por último, hacen hincapié en que si nos atacan a traición una sóla vez no les demos una segunda oportunidad de volver a hacerlo (aunque nosotros tengamos ganas) ya que su alimentación y su rápido crecimiento dependen absolutamente de ello, y en docena y media de ataques alcanzan a crecer alrededor de los cinco centímetros. Se cree que de aquí a unos cinco años todos los Phallusaurus no capturados podrían alcanzar una longitud de cuarenta metros y un diámetro de casi cuatro metros por lo que se teme, y esta es la verdadera preocupación que tienen los científicos, que se producirá un auténtico caos en el metro de las grandes ciudades al no encontrar otro agujero apropiado para su alimentación.
Así que ojito con ellos, que no os pillen desprevenidos como a la joven de la foto que mientras capturaba una imagen de un ataque a una de sus víctimas dejaba al descubierto su apetitoso bocado para el Phallusaurus. Andar con cuidado si no queréis que os destruyan el metro ni el endometrio.

Aquí otro documento gráfico de un Phallusaurus bastante crecidito ya tras haber consumado repetidos ataques a una de sus víctimas, y el más claro ejemplo de lo que no se debe de hacer cuando te encuentres con uno de ellos.
