Perdonad por volver a ilustrar este nuevo post con la foto del anterior. Puede parecer que la envidia me corroe de tanto mirarla, pero no es así, pues mirándolo no por el lado ergonómico, sino económico, y no es cuestión de recortar nada, que está muy bien, prefiero no tener una como esa, sería mi ruina. Hay una razón de peso por la que digo esto, y es que el día en que la dificultad para levantar eso comience a ser frecuente a ver cuantas pastillitas azules hay que tomarse para conseguir el hinchazón deseado con tal entramado venoso. Un suma y sigue, y eso a fin de mes sale un pastón. Que de la jubilación a uno no le va a quedar ni la on para encender la tv.
Por otra parte he estado mirando en los anales del libro de los récords de Bilbao, y no he encontrado a ningún bilbaíno con semejante envergadura, salvo el burro del Patxi, pero como ya murió el pobre, de un escupitajo de tinta de chipirón le han borrado ya del libro.
El pobre animal murió como consecuencia de una típica apuesta. Un donostiarra le preguntó que cuantos kilos podía echarse el burro al lomo y Patxi le dijo que todo lo que le echaran encima. ¿Y descargar? ¿descargar? por el culo, como todo ser animal. Lo que quieras. Apuesta y verás.
Total, que se calentaron los dos y apostaron una buena pasta. Tu burro lo va a sentir Patxi, le dijo el donostiarra. Más lo vas a sentir tú, donostiarra, cuando pierdas los 50.000 euros.
Ese día había tormenta y llovía la hostia y el donostiarra amarró el burro con una cadena a una torreta eléctrica de Iberdrola. Patxi y el donostiarra se miraron, se dieron la mano y la apuesta se daba por iniciada. Y esperaron.
Desde lejos observaban el burro empapado y con las orejas hacia abajo y miraban de vez en cuando al cielo, en eso que de repente un rayo cayó sobre la torreta y se deslizó a través del amasijo de hierros que la da forma alcanzando de lleno al burro.
Después de ver iluminado todo su esqueleto óseo, cayó en llamas al suelo y quedó tendido como un fino papel humeante. Y la cadena, como el, hecha cenizas.
Patxi miro al donostiarra y le dijo:
-Ayvalahostia pues!! , ya han tenido que ser muchos kilos, eh donostiarra?, pobre burro mío con lo duro que era para estas pruebas.
-Si Patxi, esta vez como 300 kilos, kilovoltio arriba, kilovoltio abajo.