De Cupidos, San Valentines y otros sinceros cumplidos

Si este Cupido os excita

por macizo y musculoso,

no andáis mal encaminados.

Flechas y arco pueden estar desmotivados,

pero su dardo hace agüita

desde una raja bendita

hasta el culo más ansioso.

Un 14 de febrero de un año cualquiera a la mujer de hoy

Se resume el cielo a un  punto de mira azul en el instante en que mis ojos se fijan en ella, sabiendo que desde  el cabello más rebelde de su cabeza hasta la tierra firme que pisa, su mirada se disparará contra la mía hasta torturarme la vista y obligarme sutilmente a cerrar los párpados para sentir sus labios. Buscando en cada beso la declaración firmada de sus manos en mi pecho por una guerra provocadora de deseo. Hubo momentos en los que mis dedos se enredaban en otros cabellos pero al mirarme de esa manera  parece como si desde niño ya hubiesen estado columpiándose en sus flexibles cabellos.

No tiene edad ni distancia, solo nos separan unos pocos meses de vida  y unos cortos pasos nos vuelven a encontrar. Camina ligera llevando su delgado cuerpo de un lado a otro como un baile de acertijos donde adivinar el rumbo que toman sus pensamientos se me hace difícil. Rebusco en sus huellas recientes y admiro sus decisiones. Se ha hecho fuerte en compañía de nadie y ha cicatrizado el tiempo junto a sus heridas y verla dormir entre mis brazos, tierna y silenciosa, derrotada por el cansancio, más la adoro

Ella es esa piel de almohada, cuerpo de toalla de baño, la energía que transforma mi pereza, mi magia y su chistera, mi as para triunfar, mi arteria principal, gozar hasta sudar, el primer latido al despertar.

Acudir al encuentro de su mirada es unir sentimientos mutuos que fecundan amor. No es un sueño gravitando esperando una ilusión, es un hecho consumado que agradecer a ese cielo de donde ella descendió y que cuando se resume a un punto de mira azul no hay universo más grande de amor que compartir.