miércoles, 4 de marzo de 2015

A río revuelto, no le mires el diente.

Cómo vienes este miércoles de tu pesca fallida 
que vienes a ponerme el anzuelo de tu lengua en mi boca
para caer moribundo en las redes de tus besos.
Traes en tus dedos la tormenta que frustró tu salida al mar 
convertida en caricias movedizas en las que mis manos se hunden en tu espalda.
Me dibujas con tus labios mil formas de húmedos naufragios en mi piel 
y rescatas en cada una de ellas mi deseo de alcanzar una isla de placer.
Cómo vienes de ese puerto  que cerró sus diques y apagó su faro 
para no dejarte pasar, 
y como encrespada ola gigante regresas a mí, golpeando la débil tentación de mi carne,
porque sabes cuanto me gusta pescar en río revuelto.


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