Tengo deseos, no oculto nada que no desee, pues salen a la luz siempre las ganas de poseer tu cuerpo.
Mi mente juega conmigo, y dentro de mí, que hasta mi alma se estremece solo de pensarlo.
Busco en la fantasía de mis sueños ese clímax total, ese recorrido desde el principio de un beso hasta el final de un orgasmo.
¿Y qué sucede? Escribo.
Frases que transforman en imágenes mis deseos. Pensamientos fugaces que inquietan mis sentidos trenzando palabras sobre una blanca piel suave y sensible
¿De qué forma escribo?
Sintiéndome desnudo mientras te desnudas.
Sintiéndome gemir mientras gimes.
Sintiéndome morir mientras me matas de placer.
¿Cómo dejo ese montón de huellas sobre tu cuerpo para que reconozcas al despertar que fui yo quien te hizo el amor?
Pongo mis labios cerca de tu oído y dejo que mi voz penetre en ti repitiendo una y otra vez cuanto te deseo. Dejo que mis labios recorran tu cuello y alcancen ociosos tu boca y mis manos desnuden cuanta ropa oculte tu cuerpo.
Bailo mi lengua con la tuya entre sonoros besos húmedos de saliva y mis dedos coquetean despeinando tus cabellos.
Acomodo tu cuerpo en mi cama sin soltarme de tus besos y ato mis manos a tus pechos con un sinfín de lazos de caricias.
Beso tu cuello hasta lamerlo...tu sabor despierta el apetito de mi boca en tus pezones, mordiéndolos......lamo tu vientre...tu espalda se despega de la cama y te elevas con cada roce de mi lengua.
Desprendes aromas que fuerzan mis manos a abrazar las tuyas y extender los brazos. Huelo tu deseo alzado ante mí, rozando tu pubis. Respiro hacia dentro y entro en la locura de untar mi nariz en tu intimidad.
Quieres que te saboree con mis labios sin enderezar tu espalda arqueada. No te cansa, ni yo me canso de hacerlo. Un latido sigue a otro, y otro a uno más, y esa cadena de pulso acelerado sujeta tu cuerpo y mi cuerpo en esa posición.
Mi lengua sale y se hace paso entre tus labios íntimos. Encuentra el lugar perfecto: el que te hace gemir y temblar, y pedir más.
Me lo pides a gritos hundiendo con tus dedos mi cabeza entre tus piernas.
Complazco tu petición lamiendo cada gota de excitación que dejas escapar por tu sexo empapado. Te pregunto lo que sientes y respondes lo que me gusta escuchar: quiero que esto no termine nunca, no pares.
Cada vez son más gotas de satisfacción pura las que vacías para llenarme de placer a mí, para llenar de sangre las venas de mi sexo. Siento la erección crecer, al tiempo que crece el deseo por encontrar el cielo, el paraíso del orgasmo, dentro de ti.
Y así me crucifico a tu cuerpo con mi clavo ardiente, pues si divino es ese cielo, tú sabes la manera de llevarme a el.
Sin pecar. Ni concebir otra cara de satisfacción que no sea la que me dice que te gusta la manera de sentirme muriendo en ti, la que enloquece al sentirse cerca del abismo orgásmico, la que grita mi nombre en nombre del placer, la que pierde la mirada y encuentra donde poner el último grito de placer.
Sin pecar. Los mandamientos del placer se perpetúan en esta impulsiva religión sexual mía, donde la resurrección, el éxtasis, se alcanza al separarse un cuerpo de otro una vez alcanzada la lujuria infernal del orgasmo. La comunión de tu sexo y el mío..
Como un Dios, tú eres la luz. Y mis deseos salen a ella. Por escrito.
Palabra de Jon